La artritis psoriásica es una enfermedad reumática autoinmune asociada a la psoriasis. Provoca inflamación y dolor en distintas articulaciones, además de lesiones en la piel.
La APs es una enfermedad sistémica, es decir, que otros órganos del cuerpo pueden verse afectados por la enfermedad.
La artritis psoriásica puede presentarse a cualquier edad, incluso puede afectar a niños, aunque lo más habitual es que aparezca entre los 30 y los 50 años.
En el caso de la artritis psoriásica aparecen lesiones en la piel con placas de piel enrojecida cubiertas de escamas blancas, así como psoriasis en la cabeza y cambios en las uñas.
Además, la afectación en las articulaciones es asimétrica y puede dañar las articulaciones interfalángicas distales, las que hay junto a las uñas. Estas características la diferencian de la artritis reumatoide, que afecta a articulaciones simétricas.
Otro síntoma característico de la artritis psoriásica es el llamado “dedo en salchicha”, una inflamación de las articulaciones y los tendones de los dedos que no se produce en otros tipos de artritis ni en la artrosis (osteoartritis).
Actualmente no se conoce la causa por la que se produce la artritis psoriásica. Sin embargo, se cree que una suma de factores genéticos, medioambientales e inmunológicos desencadenan la enfermedad.
Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica para la que no existe una cura actualmente. Pero los síntomas asociados a la APs, como el dolor y la inflamación, sí son reversibles y mejoran en poco tiempo con la medicación adecuada.
Tanto la artritis como la psoriasis cuentan con tratamientos que mejoran el estado general de la enfermedad y de la piel. Estos tratamientos también ayudan a conservar y proteger las articulaciones y mejoran la calidad de vida de los pacientes.